Más desencripta el diablo por viejo que por diablo


La historia está llena de anécdotas criptográficas pintorescas. Narraciones que llegan a nuestros días que mezclan mitos y verdades. Entre ellas los referidos a contiendas entre facciones que intentan sacar ventaja descifrando los mensajes encriptados de la contraparte. A veces nos llega sólo la voz del triunfador, en ocasiones también el lamento del perdedor.

El caso que voy a tratar en esta ocasión es peculiar no solo por la posibilidad de razonar como fue el criptoanálisis del método, sino también por uno de los supuestos involucrados en el desciframiento de la codificación: el diablo.

En 1556 el imperio español controlaba extensas porciones de territorio en el mundo. Con muchos rivales y enemigos a cuestas, el rey Felipe II se preocupaba por tener un mecanismo de encriptación de sus mensajes sensibles. Las comunicaciones podían ser interceptados fácilmente en los largos y peligrosos caminos o en las cortes palaciegas llenas de intrigas. El monarca impulsa la actualización y remodelación de los criptosistemas utilizados por su padre Carlos V considerando que estaban comprometidos.

Extensión del imperio Español durante el reinado de Felipe II
Felipe II impulsa la creación de 2 formas de encriptación. La cifra general, en primer lugar, era un mecanismo para intercambiar información con algunos de sus colaboradores y aliados más importantes (entre ellos algunos embajadores en reinos rivales, virreyes y  cardenales). El método de cifrado era compartido por todos ellos. La cifra particular, por otra parte, era utilizada únicamente para el intercambio epistolar secreto entre el rey y un particular. Existiendo reglas de codificación diferentes para cada uno de ellos.
    El método nos llega a nuestros días gracias al archivo general de Simancas. Es un método de sustitución que funciona a varios niveles: letras, silabas y palabras claves.
    La sustitución de letras utilizaba un mecanismo homofónico. Cada letra tenía un conjunto de símbolos con los que podía ser reemplazado.
    Similar tipo de sustitución se podía realizar con ciertas sílabas escogidas. La determinación de si una sílaba particular se codificaba con el silabario o como letras particulares la realizaba quien escribía el mensaje. Con eso le agregaba complejidad a quien intentaba quebrar el método.
    Finalmente un diccionario de palabras de uso común en las comunicaciones permitía sustituir algunas con símbolos particulares.
    Para enviar directrices o consultas a sus destinatarios Felipe II dictaba al secretario de la cifra quien se ocupaba de codificarlo. El mensaje era enviado y al ser recibido, el secretario de la cifra de la contraparte, procedía a desencriptarlo. El secretario de la cifra debía ser una personas de suma confianza y altamente precavido ya que el secreto de las comunicaciones dependía de el.

    Felipe II
    La cifra general era considerado un sistema altamente seguro para la época. Comenzó a ser utilizado para planear acciones bélicas e intercambiar información estratégica. Para complicar aun más un posible quiebre del sistema las tablas de codificación eran cambiadas cada 4 o 5 años y en visperas de acciones militares importantes.

    Felipe II comenzó a tener ciertas dudas de la seguridad de su método cuando ejercitos rivales realizaban maniobras con la apariencia de conocer los movimientos próximos que iba a realizar. En 1590 sus temores se transformaron en certezas cuando el rey de Francia, Enrique IV, da a conocer una carta codificada - enviada a Felipe - donde se detallaba un plan para desplazar al frances de su trono.
    François Viète

    El responsable de desencriptar el sistema fue François Viète al que Felipe acusa de pactar con el diablo, utilizar magia negra y brujería. Esos cargos que hoy día podríamos considerar producto de una mente frustrada y supersticiosa - en pleno auge de la inquisicion y las cazas de brujas - no eran inocuas. Las acusaciones llegan al papa quien teniendo que definir la cuestión desestima los cargos. No por considerar que la magia negra y las brujería no existían (la bula de 1484 Summis desiderantes affectibus reconocían su existencia), sino por tener dentro de la corte su propio equipo de criptoanalistas y haber logrado también quebrar la cifra general años atras.

    Un análisis sobre los códigos mostrados al inicio de este artículo nos pueden dar una pista de que puede haber ayudado en la tarea del criptoanálisis. En primer lugar un sistema homofónico intenta agregar varios símbolos para evitar que se conserven las frecuencias de aparición de las letras en el idioma castellano. Letras como la "E, A, O, S, R, N" son las que más suelen aparecer (en ese orden). De esa forma una buena codificación homofónica debería darle más símbolos a estas letras para hacer más difícil su criptoanálisis. Se puede observar que en la cifra general esto no ocurre.
    El silabario tiene otro error de diseño importante. Se puede ver que cada vocal, no importa en que sílaba, se codifica con el mismo símbolo. La "a" como un guión bajo (_) anterior al siguiente símbolo. La "e" como una tilde (') sobre el símbolo. Lo mismo ocurre para el resto de las vocales. Finalmente ocurre algo similar con las consonantes que se codifican con el mismo símbolo para las sílabas.
    Estas debilidades del criptosistema pueden haber sido utilizado por Viète y otros criptoanalistas para quebrar el método. 



    Quién no existe?

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